Oliverio y Mario Alioto
Carlos Augusto Velásquez
El 20 de octubre de 1978 fue asesinado Oliverio Castañeda de León, quien dirigía la AEU en un momento histórico difícil. Oliverio era un auténtico intelectual y sabía que sería asesinado en cualquier momento, como en efecto ocurrió. Desde entonces, se convirtió en un icono de las luchas estudiantiles.
Con Mario Alioto López sucedió lo mismo pero al revés. Era mi alumno de primer año en la facultad de Derecho cuando participaba de las jornadas de protesta en la cuales fue asesinado por la policía. Cuando el grupo de Jorge Mario García llegó a la asociación de Derecho, convirtió a Mario Alioto en el ídolo que necesitaban para poner como ejemplo y legitimar los fogosos discursos de este político que llegó a ser secretario de la entonces izquierdista AEU, y candidato a alcalde del derechista PAN.
Se “construyó” la leyenda de Mario Alioto, como el “Oliverio” de Derecho y de la posguerra. El mecanismo y la lógica usados para la construcción de este “ídolo” es el típico del sistema capitalista y de la derecha. Este sistema funciona precisamente gracias al culto al individualismo. Las películas de superhéroes, con una evidente intención ideológica, plantean a la población como una masa tonta que necesita de un individuo superdotado capaz de vencer al enemigo, a quien también se le personaliza como una persona desquiciada.
Por el lado opuesto, el pensamiento de izquierda explica las injusticias e inequidades como producto del sistema en general. Desde la izquierda, la solución a estos problemas no radica en un héroe superdotado que destruya al enemigo; sino en las acciones organizadas de todo el pueblo para transformar desde las bases el sistema injusto.
De ahí que apelar a un héroe, ya sea auténtico (como Oliverio) o construido (como Mario Alioto), en un discurso de izquierda, resulta contradictorio con el discurso mismo; algo así como cuando un papá borracho aconseja a su hijo que no beba. Al convertir a estos líderes, estos ejemplos, en iconos, se hace uso de un mecanismo de culto a la personalidad de naturaleza individualista; por lo tanto, se es contradictorio.
No afirmo que sea falaz cualquier apelación a Oliverio o a Alioto. En todo caso, cuando en un discurso se citan las acciones concretas realizadas por Oliverio; cuando se citan sus discursos completos (y no solo los estribillos que se corean irreflexivamente) en donde se analizan sus argumentos en contra de la oligarquía o del ejército; entonces, no se está iconizando su nombre; se están valorando sus aportes concretos.
Durante el mes de octubre y en ocasión del 30 aniversario de su asesinato, el Gobierno rindió homenajes póstumos a Oliverio y su familia. Ojalá esas reivindicaciones tan justas sirvan a la dirigencia estudiantil para hacer una valoración crítica, histórica del movimiento universitario; y para transformar ese ícono en un referente histórico real y no idealizado.
Ojalá también que Jorge Mario García y su grupo retomen el tan necesario proceso judicial para que se castigue a los asesinos materiales e intelectuales de Mario Alioto López. Esas acciones legitimarían su discurso y también convertirían en un ser concreto y real el icono en el que convirtieron a su compañero y amigo.
Carlos Augusto Velásquez
El 20 de octubre de 1978 fue asesinado Oliverio Castañeda de León, quien dirigía la AEU en un momento histórico difícil. Oliverio era un auténtico intelectual y sabía que sería asesinado en cualquier momento, como en efecto ocurrió. Desde entonces, se convirtió en un icono de las luchas estudiantiles.
Con Mario Alioto López sucedió lo mismo pero al revés. Era mi alumno de primer año en la facultad de Derecho cuando participaba de las jornadas de protesta en la cuales fue asesinado por la policía. Cuando el grupo de Jorge Mario García llegó a la asociación de Derecho, convirtió a Mario Alioto en el ídolo que necesitaban para poner como ejemplo y legitimar los fogosos discursos de este político que llegó a ser secretario de la entonces izquierdista AEU, y candidato a alcalde del derechista PAN.
Se “construyó” la leyenda de Mario Alioto, como el “Oliverio” de Derecho y de la posguerra. El mecanismo y la lógica usados para la construcción de este “ídolo” es el típico del sistema capitalista y de la derecha. Este sistema funciona precisamente gracias al culto al individualismo. Las películas de superhéroes, con una evidente intención ideológica, plantean a la población como una masa tonta que necesita de un individuo superdotado capaz de vencer al enemigo, a quien también se le personaliza como una persona desquiciada.
Por el lado opuesto, el pensamiento de izquierda explica las injusticias e inequidades como producto del sistema en general. Desde la izquierda, la solución a estos problemas no radica en un héroe superdotado que destruya al enemigo; sino en las acciones organizadas de todo el pueblo para transformar desde las bases el sistema injusto.
De ahí que apelar a un héroe, ya sea auténtico (como Oliverio) o construido (como Mario Alioto), en un discurso de izquierda, resulta contradictorio con el discurso mismo; algo así como cuando un papá borracho aconseja a su hijo que no beba. Al convertir a estos líderes, estos ejemplos, en iconos, se hace uso de un mecanismo de culto a la personalidad de naturaleza individualista; por lo tanto, se es contradictorio.
No afirmo que sea falaz cualquier apelación a Oliverio o a Alioto. En todo caso, cuando en un discurso se citan las acciones concretas realizadas por Oliverio; cuando se citan sus discursos completos (y no solo los estribillos que se corean irreflexivamente) en donde se analizan sus argumentos en contra de la oligarquía o del ejército; entonces, no se está iconizando su nombre; se están valorando sus aportes concretos.
Durante el mes de octubre y en ocasión del 30 aniversario de su asesinato, el Gobierno rindió homenajes póstumos a Oliverio y su familia. Ojalá esas reivindicaciones tan justas sirvan a la dirigencia estudiantil para hacer una valoración crítica, histórica del movimiento universitario; y para transformar ese ícono en un referente histórico real y no idealizado.
Ojalá también que Jorge Mario García y su grupo retomen el tan necesario proceso judicial para que se castigue a los asesinos materiales e intelectuales de Mario Alioto López. Esas acciones legitimarían su discurso y también convertirían en un ser concreto y real el icono en el que convirtieron a su compañero y amigo.
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