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Arjona y las mujeres

¿Qué concepción sobre las mujeres proyecta Ricardo Arjona en sus canciones?

Ricardo Arjona es, por mucho, el mayor referente de la música pop de Guatemala. Inició en 1985 una trayectoria, inédita en el país, que le ha llevado a ganarse la admiración y el cariño de millones de fans a lo largo y ancho del mundo. Así lo evidencian sus más de 20 millones de discos vendidos desde entonces y los premios más importantes de la música, incluido un Grammy.

Por supuesto, un personaje de esa envergadura no puede menos que levantar pasiones encontradas. Sus admiradores y seguidores ven en él la clara manifestación de un poeta contestatario y alternativo. Se suele resaltar su valor para abordar temas generalmente ausentes en la música comercial como el racismo, la homosexualidad, el aborto, la menstruación, etcétera. Se le vincula, también, con la canción contestataria y con la poesía de vanguardia.

En el otro extremo, sus detractores lo ven, en el mejor de los casos, como un cantante comercial que "toca techo, pero no sale de casa" como dijera Paulo Alvarado. Se dice que, detrás de las metáforas complejas y artificiosas dice muy poco. Se le achaca el asumir la música pop alternativa como una mera pose que termina reproduciendo a esos “intelectuales del mercado /eruditos de supermercado” que él mismo critica. Se le reprocha también la tendencia a plagiar canciones de Sabina, Serrar, Rodríguez, etcétera. Incluso, fue el objeto de inspiración del trovador Alejandro Filio, quien le escribió la canción cuyo estribillo dice “el reino de los ciegos con su rey… Arjona.

La cierto es que, quiérase o no, en Guatemala y muchos países latinoamericanos Edgar Ricardo Arjona Morales se ha convertido en un ídolo. El problema es que a los ídolos generalmente se les venera o se les ataca pasionalmente, pero rara vez se les entiende. De ahí la necesidad de acudir a la semiótica, para hacer una interpretación más válida y serena de sus canciones.


El divino favor

El tema de las mujeres es recurrente en este cantautor, al grado que publicó en 2013 un disco recopilatorio titulado, precisamente, Solo para mujeres. Irónicamente, esta antología no incluye dos de sus canciones en las que explícitamente proyecta su concepción sobre el tema: “Mujeres” (1993) y “Ayúdame Freud” (1994). La primera, constituye un canto de alabanza y gratitud por la existencia del género femenino. La segunda, ficcionaliza una sesión de psicoanálisis en la que el protagonista proyectaba su angustia por no saber cómo concebir a  la mujer ideal. Ahora, veamos qué concepción de la mujer se proyecta en estas canciones.

En Mujeres, se les define como un invento creado por Dios para hacer un favor a los hombres (“no sé quién las inventó / no sé quién nos hizo ese favor / tuvo que ser Dios”). Amparado en la mitología cristiana, Arjona define a la mujer como jerárquicamente inferior al hombre: Dios se compadeció del hombre al verlo tan solo y le envió a una mujer. Pero la soledad que la mujer resuelve para el hombre es vista desde la perspectiva del sexo (“verlas andar / después de hacer el amor / hasta el tocador y sin voltear”).

Aceptado el mito cristiano sobre la creación de la mujer, la canción proyecta otros elementos coherentes con el mismo. El machismo es casi explícito cuando se concibe a las féminas como gancho de atracción para el hombre: si vivieran en la Luna, los hombres se volverían astronautas. Dentro de esa misma jerarquización, se asigna a la mujer el rol de pedir y al hombre el de dar (“lo que nos pidan, podemos”). En todo momento, la canción proyecta a la mujer como un ser pasivo, como objeto decorativo que permite concebirlas como “musas”, seres mitológicos y ficticios que inspiran a los artistas. Estos, por supuesto, son hombres: Picasso y Neruda: la mujer sirve como objeto de contemplación que inspira al hombre a ser creativo.

Pero la fuerza ideológica de la canción se concentra especialmente en la última estrofa: “Nosotros con el machismo / ustedes, al feminismo”. La estrofa asume dichas posturas como una confrontación tonta que debe desaparecer para que prevalezca el amor de pareja. Pero ese amor se concibe de acuerdo con el origen mitológico cristiano: “en pareja vinimos y en pareja hay que terminar”. Es decir, borra de un plumazo la legitimidad de las luchas reivindicativas por la equidad de género e invita a dejar de un lado esas “tontas” pretensiones de cambio. Invita al mantenimiento de un statu quo de origen divino en el que la mujer es solo un favor creado para el hombre.


La mujer que me construyó mamá

La canción Ayudame Freud es más compleja en el plano estético. Un paciente llega con el psicólogo preocupado por liberarse del complejo de culpa que le causan sus atavismos machistas. El protagonista no sabe cómo superar esa necesidad de buscar a la “mujer perfecta que me construyó mamá” y que “vive conmigo, en mi inconsciente”. De entrada, se concibe a la mamá como el ser responsable del machismo del paciente. La canción descarga en ella la culpa del porqué los hijos varones rechazan inconscientemente a las mujeres “liberadas”.

Ahora bien ¿cómo es esa “mujer perfecta” construida por mamá? Se le caracteriza por ser puritana, buena en la cocina, decente… un “ideal” que no existe más que en la mente del paciente. Tal como está planteada la canción podría esperarse que la mujer opuesta fuera liberada de los atavismos culturales del machismo. Sin embargo, las características que el paciente le asigna son muy similares: es la que lo espera, lo cuida, entibia sus noches, lo aguanta. Es decir, otro ser que también vive en función del hombre y concebida por este como su complemento.

Nuevamente, la última estrofa es la que contiene la mayor carga ideológica de la canción: el “doctor”, un hombre de ciencia, zanja el problema con la frase lapidaria “no hay quién nos salve de este asunto”. Es decir, la ciencia certifica que el machismo es inherente al ser humano y que el paciente no debe intentar cambiarlo porque es parte de nuestra condición esencial.

Como resulta evidente de este análisis, Arjona reproduce las visiones más conservadoras y más profundamente arraigadas en la sociedad patriarcal. Esa misma visión sigue presente a lo largo de diferentes canciones. En todas ellas prevalece esa concepción de mujer-objeto; ser subordinada al hombre y concebida como su complemento. 

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