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Arjona y la misoginia



Una de mis primeras aventuras semióticas consistió en analizar los elementos ideológicos de la canción Mujeres, de Ricardo Arjona. Lo publiqué en la revista de la facultad de Humanidades en algún año de la última década del siglo pasado. La reciente y legítima petición de diversos grupos de feministas para que deje de ser entonada la canción me hizo desempolvar el trabajo y darle una manita de pintura, para contribuir con el debate. Por cuestiones de tiempo, solo elimino algunos elementos del metalenguaje semiótico para hacerlo accesible a un público que no domine esa disciplina.

El origen divino

Desde la primera estrofa se imprime el sello machista que recorre toda la canción: el cantante, hombre, define a la mujer como un “favor” que le hiciera Dios, para eliminarle su soledad. “La” mujer es definida como un objeto creado por Dios

 En la segunda estrofa se sigue calificando la mujer desde la perspectiva del hombre.  Este, mediante una frase irónica indica “dicen que fue de una costilla”. La ironía (como recurso retórico que consiste en decir lo contrario de lo que se piensa) se establece en la aparente duda: el autor asume una visión cristiana y, por lo tanto, a la Biblia como fuente indubitable.

 Pero, en todo caso, el autor confirma su misoginia cuando compara a la “costilla” y se le opone a columna vertebral.  Entonces, el realiza su interpretación del mito:  se valora la costilla –y con ello el supuesto origen verdadero de la mujer– como algo insignificante cuando, se le opone a columna vertebral, es decir, a algo fundamental.  Esta valoración se afirma con la utilización para costilla el modo indicativo fue (que indica afirmación) y, por oposición, para columna vertebral el modo subjuntivo hubiese, que indica posibilidad, en este caso, frustrada.  Se expresa entonces, aún contra los supuestos sentimientos del cantante, como algo poco trascendente para el hombre: de una costilla.

El objeto sexual

Pero Arjona no se queda ahí: en los versos 8, 9 y 10, define el valor que otorga al objeto mujer: verlas andar después de hacer el amor...  La soledad del hombre, que motivó a Dios a hacerle a la mujer (verso 4), se define aquí como una soledad de tipo sexual, el hombre la valora así.  En el final del verso se recalca el carácter de objeto que posee la mujer: sin voltear, es decir, en actitud pasiva.

 En la tercera estrofa (versos 11-15) se realizan imágenes que insisten en la atracción que ejerce la mujer sobre el hombre.  De nuevo se le caracteriza por su pasividad (el verbo habitar no remite a acción alguna) opuesto a la capacidad activa del hombre (astronautas que viajan al espacio).  Nuevamente, la mujer es un objeto que el hombre desea poseer.  Esta categoría de objeto se reafirma en los versos 16 y 17, cuando se personaliza a la mujer con el neutro calificativo lo mejor, y se les define por su espacialidad (que se puso en este lugar).

 A partir de la quinta estrofa se definen mejor los elementos ideológicos subyacentes de la canción. Esta segunda secuencia se caracteriza por el cambio de interlocutor. En la primera, éste era indefinido; ahora el locutor nosotros (hombres) se dirige al interlocutor ustedes (mujeres), asignándole de esta manera el estatus de sujeto en un proceso de comunicación.

 En la quinta estrofa (versos 18-21), que funciona en la canción como estribillo, el cantante se dirige a mujeres y las define por la actividad de pedir (nos): lo que nos pidan podemos. Por su parte, al hombre se le define por su capacidad de complacer a la mujer y, en un rasgo que le acerca a Dios, por su capacidad inventiva.

En la sexta estrofa (versos 22-25), que funciona en la canción como segundo estribillo, se particulariza esa capacidad inventiva en la figura de dos artistas: Neruda y Picasso.  La aproximación que se hace entre la figura de Dios y la del hombre es ahora más evidente.

 La mujer sigue siendo un objeto para el hombre: ahora es un objeto de inspiración.

Feministas fracasadas

En el verso 26 se define y sintetiza todo lo que se venía gestando: el machismo.  Se da nombre a todos los valores manejados hasta ese momento y se establece, junto al siguiente verso (27) la oposición hombre – mujer.  Con esta oposición se asigna nuevamente a la mujer la categoría de sujeto, esta vez con una capacidad de acción (el feminismo) que inmediatamente se frustra en el verso 28, cuando se afirma que, de cualquier modo, la historia termina en par.  La definición de par nos la da los últimos dos versos.

En efecto, “par” no significa reunión de dos entes de la misma jerarquía, sino la manutención de un orden establecido e inmutable. Esto nos remite a un origen (de pareja venimos); pero este origen ya fue explicado en la misma canción: primero fue el hombre y después, para que no estuviera solo, la mujer.  Explicado el origen, se lanza la propuesta: así hay que terminar.  En consecuencia, la oposición machismo – feminismo se resuelve a favor del primero. Esto se debe a que al machismo se le definió como el conjunto de los valores aceptados durante todo el texto (incluyendo el origen de la mujer), mientras que al feminismo solo se le asigna una potencialidad de antemano frustrada.

 A manera de conclusión podemos afirmar ahora que la canción mujeres de Ricardo Arjona ofrece una visión machista de la mujer que solo le asigna características de objeto y en ningún momento llega a concebirla como sujeto activo que valga por sí mismo.  Las únicas acciones posibles que se le asignan a la mujer (que la convierten en NO-OBJETO, pero nunca en SUJETO) son las de feministas (fracasadas) y las de pedir, que en ningún momento connota actividad transformadora ni actos de conciencia.  Al contrario, todos los valores que se le asignan a la mujer están en función de los beneficios que ella puede prestar al hombre.

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