Durante el mes de febrero, la mayoría de medios impresos, radiales y televisados dio cobertura, seguimiento y escándalo a la entrega de la Orden del Quetzal al mítico dirigente cubano, Fidel Castro. Decían los medios, lo repetían hasta la saciedad, y era cierto, que Castro no había recibido a Colom. Pero ocultaban, minimizaban o dejaban pasar desapercibida información importante que justi-ficaba la entrega honorífica: los miles de médicos cubanos que están diseminados por todo el país, en comunidades lejanas a donde muchos médicos nacionales se niegan a llegar. Ocultaban también la información relativa a los cientos de educadores caribeños involucrados en proyectos de alfabetización; los entrenadores deportivos, etc. Falacia del énfasis se le llama a resaltar un dato para ocultar otro más importante. ¿Es esta una actitud ética?
En época de campaña electoral me comentaba un amigo periodista que las noticias relativas a los distintos partidos eran concebidas, grabadas y editadas desde el partido mismo. Los canales de televisión abierta no hacían sino asignar determinado tiempo de espacio para las “noticias” de cada uno de los partidos. Por supuesto, lo que transmitía la “noticia” relativa al partido era cierto; pero era una verdad también parcial y distorsionada, acorde con los intereses del partido mismo. ¿Es ético que los noticieros transmitan a la población un mensaje como “noticia” a sabiendas que se trata de propaganda política?
En 1996, como trabajador de una ONG española fui testigo de una masacre cometida en Sayaxché, Petén. En conferencia de prensa me correspondió infor-mar sobre el hecho. Aportamos fotografías de los más de 25 asesinados, man-dados a quemar por un finquero de la zona. Una periodista que entonces labo-raba en Prensa Libre me confesó que el gobierno, entonces presidido por Álvaro Arzú, ordenó a los medios impresos no cubrir nuestra fuente para dicho hecho noticioso. El actual ministro de Gobernación, entonces viceministro, Salvador Gándara, comandó una campaña de desinformación en la cual se involucraba a ciudadanos españoles (miembros de la ONG para la que yo trabajaba), acusán-dolos de inmiscuirse en asuntos políticos internos. Los periódicos solo cubrían la información oficial. Se negaron, incluso a publicarnos un campo pagado para que la población conociera nuestra versión de los hechos y las pruebas fehacien-tes con las que contábamos. ¿Es ético que la prensa solo difundiera la versión oficial y cancelara cualquier versión contraria? ¿Es muestra de independencia, honradez y dignidad el negarse, incluso, a publicar un capo pagado?
Hablar de ética en el periodismo es hablar, en primera instancia, de un perio-dismo independiente. En Guatemala, lo sabemos, no existe tal. Un medio que depende de las presiones de los grupos de poder, que defiende a capa y espada los intereses de dichos grupos, sacrifica cualquier escala de valores con tal de mantener su fuente de ingresos asegurada.
No olvidemos que los medios de comunicación son, ante todo, un negocio, decía Aroldo Sánchez y lo decía bien: en un sistema basado en la mercantilización de todo, se negocia con la violencia, con la verdad, con todo lo que pueda represen-tar ganancias. El público, la calidad de la información, la imparcialidad, la ob-jetividad, son utopías fantasiosas de quienes no quieren entender que lo que importa es el lucro. La ética es solo un estorbo del que se puede sacudir fácil-mente con disfraces de equipos de investigación, secciones de periodismo ciuda-dano, etcétera.
En época de campaña electoral me comentaba un amigo periodista que las noticias relativas a los distintos partidos eran concebidas, grabadas y editadas desde el partido mismo. Los canales de televisión abierta no hacían sino asignar determinado tiempo de espacio para las “noticias” de cada uno de los partidos. Por supuesto, lo que transmitía la “noticia” relativa al partido era cierto; pero era una verdad también parcial y distorsionada, acorde con los intereses del partido mismo. ¿Es ético que los noticieros transmitan a la población un mensaje como “noticia” a sabiendas que se trata de propaganda política?
En 1996, como trabajador de una ONG española fui testigo de una masacre cometida en Sayaxché, Petén. En conferencia de prensa me correspondió infor-mar sobre el hecho. Aportamos fotografías de los más de 25 asesinados, man-dados a quemar por un finquero de la zona. Una periodista que entonces labo-raba en Prensa Libre me confesó que el gobierno, entonces presidido por Álvaro Arzú, ordenó a los medios impresos no cubrir nuestra fuente para dicho hecho noticioso. El actual ministro de Gobernación, entonces viceministro, Salvador Gándara, comandó una campaña de desinformación en la cual se involucraba a ciudadanos españoles (miembros de la ONG para la que yo trabajaba), acusán-dolos de inmiscuirse en asuntos políticos internos. Los periódicos solo cubrían la información oficial. Se negaron, incluso a publicarnos un campo pagado para que la población conociera nuestra versión de los hechos y las pruebas fehacien-tes con las que contábamos. ¿Es ético que la prensa solo difundiera la versión oficial y cancelara cualquier versión contraria? ¿Es muestra de independencia, honradez y dignidad el negarse, incluso, a publicar un capo pagado?
Hablar de ética en el periodismo es hablar, en primera instancia, de un perio-dismo independiente. En Guatemala, lo sabemos, no existe tal. Un medio que depende de las presiones de los grupos de poder, que defiende a capa y espada los intereses de dichos grupos, sacrifica cualquier escala de valores con tal de mantener su fuente de ingresos asegurada.
No olvidemos que los medios de comunicación son, ante todo, un negocio, decía Aroldo Sánchez y lo decía bien: en un sistema basado en la mercantilización de todo, se negocia con la violencia, con la verdad, con todo lo que pueda represen-tar ganancias. El público, la calidad de la información, la imparcialidad, la ob-jetividad, son utopías fantasiosas de quienes no quieren entender que lo que importa es el lucro. La ética es solo un estorbo del que se puede sacudir fácil-mente con disfraces de equipos de investigación, secciones de periodismo ciuda-dano, etcétera.
Comentarios
Los medios de comunicación, en este caso si hubiese un medio que enseñara a analizar estuviéramos leen-do otro tipo de información, que no fuese el diario, por que se tendría ya un marco de lo que publicaran y ya seria muy lineal, es por eso que los medios de comunicación implementan la estrategia de a mayor acción y violencia, mayor venta, por ser un pueblo que nos gusta las mutilaciones. O tal ves el sufrimiento ajeno.
Cesar Yanes