Isabel
enciende el nuevo día
–lleno
de risas– sigilosamente.
Hace
que con sus pasos siempre invente
futuros
y promesas y alegrías.
Al
andar, por las mañanas frías,
surgen
nuevas ilusiones en mi mente
y mi
alma regocija y siente
nuevos
acordes, nuevas melodías.
Yo no
tengo más dicha que seguirla
y hacer
de sus palabras las quimeras
que
envuelven el presente de aventura.
Y en
cada paso, la tristeza emigra
por su
voz, por su verdad sincera,
por ese sueño que su voz
saluda.
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