No tienen ya mis días más consuelo
que ver mis ojos en los ojos tuyos.
A través de tus ventanas solo intuyo
mis fiestas o mis noches de desvelo.
Me elevás con tus ojos hasta el cielo
y envolvés mis minutos con su arrullo
me alienás del infierno y su barullo
y derretís el fuego de mis hielos.
No tengo más que ver en tu sonrisa
la alegría de esta vida que se advierte
reposada, tranquila y primorosa.
Tu mirada aparta en mí la prisa
y enciende con su chispa la cimiente
del sueño, del carmín y de
la rosa.
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