Rebelde es mi chigorda y yo la entiendo
porque sé la rebeldía en carne viva
ni un paso atrás ni una mirada esquiva
para hacer el futuro y el estruendo.
A las estrellas de su luz me atengo
cuando advierto esa mirada combativa,
cuando reta con sus labios mi nativa
propensión a mi pos de reverendo.
¡Cuánta amargura dulce de sus ojos
fluye feroz cuando a mis ojos reta
a desandar la calma de mis días;
cuando me manda a destruir anteojos
(falso crisol que la verdad me vetan)
y busca siempre
alternativas vías!
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